viernes, 3 de septiembre de 2010

El Tabú de las creencias

Entrar en asuntos dogmáticos podría acarrearme luego un gran dolor de cabeza, pues aunque digan que la libertad de expresión es aceptada y respetada, me jugaría un Ibuprofeno a que si expreso mi verdad sobre los tipos de Dogmatismos religiosos existentes, mañana tendría a rebosar de insultos o mejor dicho, comentarios inapropiados mi bandeja de correo.
Si en algún momento hubiera encontrado en la ciencia algún refutamiento a mis opiniones, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero definitivamente pensaría todo lo que digo.
Algo que me hizo pensar mucho es el método Mayéutico, que se utilizaba en antaño, así como en la actualidad para hacer ver con una nueva luz u otra perspectiva los conocimientos, bases o ideas que se pudieran tener a primera instancia, es decir, explicarle la verdadera historia sobre Jesucristo u otras creencias o ideologías, a una persona mayor puede resultar hasta doloroso, pero si partimos desde la base de esa persona y vamos añadiendo nueva información no modificada, haces que esa persona no sólo siga con sus creencias, sino que además ha ido descubriendo desde sus conocimientos la nueva verdad o los detalles desconocidos. No estaría mal que utilizaran este método con más de uno!

La doctrina cristiana varía según se va interpretando, hay mil historias sobre la vida de “El Salvador”, ahí es donde me pregunto, si cuando se comete un delito y los culpables no coinciden con la historia o coartada nadie los cree, ¿Por qué nos tragamos o creemos cada una de las historias divinas que nos cuentan sobre EL TODO PODEROSO? Por supuesto hay opiniones variopintas para cada una de las interpretaciones, eso ya es cuestión de gustos.

Yo no estoy en contra de ningún tipo de creencia, al revés, me parece bonito (en cierta medida) que la gente se aferre con amor y pasión a un ideal, pero no entiendo cuando ocurre una desgracia como culpan a ese ideal de haberles fallado, es cierto eso de que del amor al odio hay sólo un paso. Estamos muy acostumbrados a no agradecer las cosas buenas que nos pasan, damos por hecho de que nos tiene que pasar y cuando algo malo nos ronda le echamos la culpa a quienes tenemos al lado o en este caso, a ese ideal. Somos nosotros los que tenemos que velar por nuestra seguridad, nuestro bienestar y por nuestro futuro, y no dejarlo a manos de lo que podría ser un sorteo de bonoloto, si me toca “El Señor me quiere y está conmigo” y si no me toca “Ese no existe, sino no dejaría que pasara esto”, si se está para lo bueno, también para lo malo.

Como ya he dicho, no voy a expresar mi opinión al respecto, aunque parte de ella la haya plasmado sutil e inconscientemente entre las líneas que has leído. Tengo amigos ateos, incrédulos, impío, irreligiosos, agnósticos, escépticos, así como creyentes de mente, alma y corazón de un mismo o diferentes ideales, y he visto lo mismo en todos ellos, confianza en su palabra y para mí, eso es lo que vale, por eso sé que si declino la balanza puedo hacer daño y ni quiero ni me apetece, ya que he aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse, y sea lo que creas, sientas o pienses, esto, es irrefutable.

No pretendo ser maliciosa ni mucho menos malintencionada con mi texto, creo que la religión y creencias tienen un tabú invisible y a veces, no es tan malo decir que se crea en lo que se crea, a nosotros nos vale.


Yo creo en mí… ¿Y tú?

Paloma


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